Epístola 169

Hoy  de nuevo

 me siento junto a mi.

Vientos nómadas  llevan voces

y con ellas la mía,

 al profundo foso 

donde sonoros rumores secretos

y música de antaño

me ofrendan un acorde infinito.

Hoy,

 yo misma, a mi lado,

oteo la quietud breve de una luna errante

que deja de paso

inertes y silenciosos sueños 

que reposan desnudos

entre  desacordes sones

de olvido y esperanza.

Hoy,

 como tantas veces

haciéndome compañía. 

hoy que  llego

serena

y llena de regalos,

comprendo cuan breve es la vida.

Epístola 168

Entre lo uno y lo otro

pequeñas divagaciones,

residuos inquietos

 que mimetizan las vivencias ...

Trémula de lluvia,

dejo viajar la nube

que  atrapada en mis pupilas,
 recrea todo un cielo diminuto

en mis pestañas.

 Libero los silencios azules de mi boca,

- no se si he de arrepentirme y si extrañe su fatal silencio -

 Una danza de arlequines,

una herencia de crepúsculos,

el mutismo de un horizonte sin frontera

y los grises amaneces

 que viajan desolados

alejándose de efímeras intemperies...

de todos ellos ...

 caldea en mis venas su intemporal presencia

Epístola 167

El viento de un espíritu nuevo

me invade ...

llega vigoroso,

 sacude mi ser,

 y

desempolva algunas tristezas

que aún permanecen anquilosadas en mi historia.

regresan de la mano 

  de los lejanos atardeceres, 

rosados , 

violetas o 

simplemente azules

que tantas veces llenaron mis pupilas,

y

 aquellas  caricias prohibidas que sonrojaron mi alma,

regresan sin culpa

 entre brumas de recuerdos.

Los silencios no me amortajan  como otrora,

y 

la piel de mi alma

negociada en zona de conflicto,

ha  distendido sus fronteras.

Epístola166

La noche se quedó detenida

 en tu piel sin barreras.

Recorro tus densidades,

tú recorres las mías

en perfecto equilibrio de balanza.

Tu intimidad se me revela,

desnuda,

absoluta como la muerte.

Epístola165

Misterioso tiempo

que serena el alma,

 y destierra las tinieblas,

que  hace tibia la soledad

y cada vez más fría la tristeza.

 Caminando 
entre huellas de rituales de  miedos

que se desangraron vencidos,

 renacen los  sueños que un día 

volaron heridos ...

  hoy 
regresan como antaño,

 sin rencores.

Aún queda el vacío lleno de todo lo perdido,

 y aquellas palabras que ya no hacen falta,

continúan extraviadas en las trochas del olvido.

Pero ... en la mirada, 

aquellas  heridas
que un día fueron abiertas,

hoy ...

REPOSAN EN PAZ

Ese es su epitafio.

Epístola 164

 Desnudar el alma como cada noche el cuerpo, 

vestir  el  traje de poeta,

 color de luna pálida o de avanzada  noche,

 solo puntadas de sonidos, sin  rimas como adorno.

Ser el aliento de palabras sin aliento,

fluir ...  

y  huidiza entre entre huracanes y tormentas,

trasgredir los límites y derrumbar las barreras

de  amantes clandestinos en épocas victorianas.

Parir por la garganta una guernica de vivencias ...

las mías, 

las de aquel 

 y 

las de aquella.

Sonorizar las  delgadas lineas 

que en penumbra  marcan los espacios 

y roban inocencias....

Cómo soñar lo que se ha ido?

Cómo hacer lozanas las ideas ya gastadas?

señalar los senderos,

jugar a ser fuerte ...

 Ser  un adulto. 

Es solo frágil apariencia.

Epístola 163

 En silencio tomo el café,

despacio 

saboreo su  amargo calor.

Un libro abre la ventana 

por la que oteo la libertad,

océanos y puertos,

inviernos y veranos se pegan a mi  piel

y viajo ...

 ligera de equipaje

Brillos ajenos anidan en mis ojos

y miden la distancia de la noche ...

Epístola 162

Tus ojos y mi soledad se encuentran
Me regalas nuevas alas y mi alma vuela.
No más reclusa,
no más retenida  en el umbral prohibido
de caricias maquiavélicas.
Tu mirada
rescata del silencio de mi cuerpo
las preguntas que murieron sin respuesta.
Murmullos ... 
vástagos murmullos entre acordes de vaivenes
 hacen un compás
 mientras va quemándose el insomnio 
de desvanecidos momentos que gravitaron en el aire.

Tus ojos y mi soledad se encuentran
humedeciendo  la sequía de tiempos extinguidos ....

Epístola 161

En tu nombre

he madurado una cosecha de olvidos

que hoy pongo a tus pies.

No más nave anclada,

no más naufragio

que busca caminos en la niebla.

Sueltos los  grilletes

dejo abierta la puerta

para ver el regazo de la noche ....

Epístola 160

                                                   No se muere mi memoria,

renacida recojo las caricias

habitantes en efimeras metáforas

que  prolongan la alquimia

de tempos de ficción

tiempos gélidos,

 lejanos...

Epístola 159

Por abrazarte y retenerte

Trasiego la tierra,

aprisiono en mis manos las tormentas

y fluyo,

sedienta de ti,

 adherida a tu asombro

bebo  tu risa y tus palabras. 

Me refugio,

vierto en tu oído mis quimeras

pero solo es un  murmullo de viento

 tu presencia.

Apretada pesadumbre me consume

dejando en mi boca

un sabor de estío.

Epístola 158

                                                                  
                                                                    

Me cubres de brisa y de noche,

tallas  caricias en mi piel desnuda

y la periferia de mi cuerpo

rescata olvidados recuerdos,

mientras bebo despacio

  húmedas palabras

como único sustento....

Epístola 157

Aquellos sueños que poblaron mis días,

 emigrantes forzosos de cálidas sábanas,

 viajeros sin prisa entre caminos viejos y horizontes muertos, 

... regresan de nuevo.

Se prenden obsesivos de las verdes laderas.

 Escondidos,

 nutridos de líquenes,

 raïces de tierra que matizan mi regreso

entre la demencia y la cordura ...

antiguas amantes que transgreden la calma

 y se avocan a  irracionales caricias.

Nada ha concluido,

solo continúa ...

las noches y los días,

 son  doncellas de piel húmeda que me regalan su tiempo ...

mientras yo ... 

vivo?

o solo hiberno y me asilo en este cuerpo ...



Epístola 156

Errante,

ebria del olvido

que diluye tu voz en mi memoria,

camino hacia el silencio de tu nombre.

Debate  la incertidumbre:
Ya no hay certezas,

no ... no ...

Ya todo es certeza !

Mis manos,

alas encadenadas 
 liberan los recuerdos,

goteras degajadas del pais de mis sueños.

Te deslizaste silencioso,

 ávido de tiempo 
marchaste lento

antes de que cayera tu tarde.

Epístola 155

Quiero quedarme entre tus brazos,

murmurar en un  lenguaje antiguo -dormido en el tiempo-

que escribes mis hojas en blanco,

que bordeas mis caminos,

que por mis desfiladeros caen tus caricias

y terminas por anegarme.

Tú,

levantas mis ruinas y fundas territorios

cada que derrites mis silencios y mi piel

con tu mirada huracanada.

En noches finitas

te sueño amor,

arrivas secreto

 a la frontera de mis madrugadas.

Epístola 154

Esta noche el cielo estrena traje oscuro y frio.

 La luna extravió su luz,
 temerosa
se esconde entre las nubes

mientras ruido y  silencio

 duermen en pacto complaciente.

Una incertidumbre indecisa ronda en las calles

y en los rincones danzan tácitas  las caricias.

Piel pegada a la piel,

humedad que se desborda entre gemidos,

ojos cerrados negando aún más cualquier brillo.

Esta noche no hay espacio para la ausencia.

En territorio propio o ajeno se desbordan los sentidos.

Cae la lluvia.

acompasadas gotas en tempestad de cuerpos.

Epístola 153

Aspiro lento
y
pausadamente
lleno de aire mis pulmones.

Solo un sociego melancólico

ondea en lo profundo

y

 trae de  la mano rumores de recuerdos

que aún conservan su encanto.

Lánguidos matices de alegría

forman geroglíficos,

danzantes en un espíritu alborozado

del que a veces escapan los sollozos.

Momentos circulares de espacio vencidos,

son como enarbolados lábaros

de tiempos lejanos,
rescatados

solo por la terquedad de mi pluma ....

Epístola 152

 

No he abierto mi corazón,

solo se ha roto el sello de esperanzas muertas,

dejando libres las raices

 de una realidad olvidada

que aun me mueve.

 Libertad ...

 vieja navegante

que a mis tristezas viste de impotencia.

 A veces,

cuando vuelve la añoranza

camino sin mirar atrás.
Prosigo

 dejando cenizas  y olvido donde ya nada brota

y todo muere.

Carencias 
cual peldaños para escalar fronteras,

  desnuda de miedo
sigo el camino señalado 
por los latidos que atados a mi sangre,

 me  llaman,
 me invitan,

susurran

 palpítando entre vientos memoriosos

Epístola 151

Cavando y callando

 Rescato antiguos secretos,

anónimos reclusos en las  prisiónes del silencio.

callado silencio

que vaga libre,

 mientras

sueño lunas de amantes clandestinos

y fabrico castillos con espuma de mar.

Silencio que me reinicia,

silencio que me descubre,

 silencio que me silencia

 mientras  llega el mañana

cuando deberé nada a mis ayeres.

Hoy,

 fragmentado mutismo interior donde reina el silencio,

descubro que no soy lo que expreso

soy lo que callo, 
mañana,
me levantaré
y
prometo que,
 si tu me das tu oído

Yo, te daré mi voz.

Epístola 150

 

A la orilla de mis amaneceres

manos al viento,

pongo alas al letargo, y

siembro de sonrisas tu piel y mi congoja.

 Entre lunas otoñales

 llega la esperanza

desbordando mis anhelos,

Inventando verdades que no claudican

ante la simplicidad de las palabras ...

Tus latidos apaciguan mi inconstancia,

y me traen música de olas somnolientas

que naufragan en la noche de tu ausencia.

 te yergues distante,

pero no lejano

ni a mis ojos ni a mi boca.

Epístola 149

Me trae el viento tu caricia, y

 tu  mirada de luna llena

descifra los códigos de mis límites.

De dónde vienes amor?

Acaso de cristálicos sueños 

atrapados en ajenos amaneceres?

Acaso de cuerpos sin olvido

enjaulados en recuerdos?

Llegas amor 

hebrio de aliento,

sin pudor ...

renovado.

 Llegas amor

pronunciando mi nombre,

 y a tu voz, 

se fuga de mis manos el hastío

y el desarraigo en agonía

de mi otredad me despoja. 
Llegas amor 
a mi encuentro, 
sin anclajes ni barreras.

 Mi sangre te llama,

cercana está tu voz ... 
te espero.

Epístola 148

Huellas de pies, 
ondulantes y ansiosas  

caminan de nuevo mis ayeres más recientes.

Un callado silencio interior

redefine mis aristas.
Yo

desafíando mi noche,

Yo

enclaustrada entre tus brazos.

Mis sentidos sin sentido

cayendo lentamente de las manos.
yo

 resurjo sin cerrojos ... 
Yo,

Gravitando entre recuerdos,

Voy al alba ...

- Olvido y libertad -

son solo un dúo temeroso 
de palabras intemporales 

lanzadas al viento.
Al viento ...

Solo al viento he revelado mis secretos.

Epístola 147

 

Viene a mi orilla tu humedad enclaustrada,

cruzas la linea de mi oscuridad 

y te zambulles en mi demencia.

Te espero al alba,

cuando la luz aún no nace.

Me diluyo 

y mi espacio se une al tuyo

mientras mi alma tiembla entre tus manos.

Epístola 146

Sus manos somnolientas,

pero aún inquietas,

acompasan las notas de una melodía no cantada

que se hace frío y óxido en su boca.

Un concierto de ambiguedades

viajan en el aire

y  traen de regreso
su recuerdo.

Camina entre niebla y sombra,

con pasos agigantados
y
al igual que el mar
que devuelve sus muertos,
su memoria sugerente
lo regresa.

Viene danzando sonidos monosilábicos,

en los que sin  acordes musicales, 

  victorea su respuesta:

- Y tú, aún me amas?

- No ... ya no.

Epístola 145

Un redil de palabras bucean en mi boca

 y aquel espacio donde duermen susurros y caricias,

se engalana de silencios.

Agita mi alma tu sonrisa milenaria

y el viento trae la carica

que cubre mi desnudez,
con rocio de aurora

y negritud de noche.

Tu mirada de arena antigua
abre los cerrojos de puertas clausuradas

para pronunciar

un nombre ...

tal vez ... tu nombre

Epístola 144

 Beatriz ...

Se quedó tu sonrisa en el silencio,

cubierta de noche está la aurora de tus sueños

y partió sin prisa el brillo de tus ojos.

En nubes de agua quieta

se incuban los recuerdos que dejaste

y rondan en la mente 

tus palabras ausentes,

 que desmanteladas sobreviven

en un desierto sin sonidos.

Partiste más allá de la madrugada,

vistiendo un traje de eterno otoño.

Solo te fuiste primero ...

marchaste,

caminando despacio 

la senda que señala el único horizonte.

Duele ...

duele tu partida ...

Pero sé, 

que allá en el infinito

 ligera y ágil,

desnudos los pies,

jugueteas

persiguiendo estrellas.

Epístola 143

Apretujados en la alforja de recuerdos

los matices de voces que durmieron sin presagios

hoy vuelven de regreso ... 

 Murmullo de voces esquivas llamando a la cordura.

En los hombros,

un cansancio que se rebela y se sacude

lanzando al viento lo que no le pertenece.

Partir ...

Hora de partir en este ocaso.

Abandonar con donaire las palabras sueltas que no se acallan ...

 viajeras demenciales,

herederas de antiguas historias que aún tocan
un alma convalenciente y silenciosa

 que gime patética con lamentos ancestrales ...

Un alma, inmersa en la nada de un todo ajeno.

herida, cicatrizada,

persiguiendo huellas de libertad 
perdidas en la bruma

de un silencio nutrido de mentiras.

Atardecer de un alma, 

habitante de un mundo que se hizo añejo

entre cortejos de astillas y retazos.

Epístola 142

Tus manos en mi espalda ...

vuelve del no olvido placentera sensación!

Las mías, inquietas y volátiles buscan tu rostro,

intrépidas ante el permiso negado, solo atinan un tímido contacto.

Qué hacer con las caricias, danzantes extraviadas en la yema de mis dedos?

Un beso sin contacto cierra los ojos y palpita en las sienes ...

Cuántas palabras marchitas en la boca,

 ahogadas en el silencio,

desperdiciadas en el universo  indiferente

de un amor, que extraviado entre ruinas

aún ronda cual fantasma ...

Epístola 141

Miro mi interior

y allí,

reposo callado

motivo y circunstancia, 
que frunce mi boca y ata mis manos.

Secretos inconfesables,

viejos cansancios que apagan mis ojos y leen ideas
cincelando hasta darles forma ...

Caer,

erguirse, 

caminar olvidando los resabios. 

Voces que llenan los rincones,

íntimas victorias haciendo más liviana el alma.

Luvia o sol en oficio de caricia permanente, 

silencio sereno de noches de reposo,

sombras que desalojan la infinitud de la memoria.

 Bitácoras abandonadas,

 deslucidas sobrevivientes!

Adioses,
sordos adioses ...
 vigilantes estóicos en la sombra y el sonido,

 añorantes  de lejanas siluetas
que caminan efímeras,
mientras acunan un miedo 

que cruje entre los dientes.