Vestida de vergüenza caminó cabisbaja entre calles dormidas,
quiso dejar su piel enredada en los balcones,
deseando que los jilgueros mañaneros,
se llevasen en sus picos
las ilusiones rotas y los talismanes robados en áspero contacto.
Ningún sol calienta su helada sangre y el horizonte de su mundo tiene color de ocaso.
flores amargas se enredaron en su pelo,
en suelo de sombras quedaron temblorosas las palabras
y se agotaron sus lágrimas entre lágrimas vencida.
muda, prisionera del recuerdo,
solo un opacado reflejo de sueños robados en noche rasgada por la niebla.
distancia y camino ... todo pesa
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