Rutinas gastadas de quehaceres diarios olvidándose de los mares que navegan entre blancas espumas y conchas que esperan en playas sin promesas. Esperanzas que se levantan con las mareas en lejanas geografías de cielos rojos, que se arrugan y se amarillean en libros siempre abiertos, mientras las manos sin mariposas de colores, deshojan las hierbas que aromatizarán el día.
Rutina que condena al exilio cuerpos temerosos teñidos por las dudas de palabras que aún no han muerto - aunque así parezca - voces calladas que reprochan fingidos silencios de enjampres de incógnitas, que desgastan una piel que aún persigue quimeras y allí, entre combates de dudas y futuro, solo emociones que no descifran los enigmas.
Cotidianidad que vive entre la espera y la caricia,
cerrojos de nostalgias vestidos de ilusiones nuevas,
rumores de una magia nunca concretada que,
en abrazos sin palabras,
habitan una realidad desconocida
sin poder para disgregar las soledades.
Cotidianidad de contravientos, de certezas que duelen por una realidad siempre mutable, atávicos mutismos que se disfrazan con el tiempo y una espera que se embriaga con días agotados.
El viento pasa y trae su música, cotidiano sonido que enriquece una burbuja de emociones, mientras se siembran nuevas esperanzas ....
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